En días pasados, me causó rechazo un titular de la Televisión Pública Española cuando luego del fallecimiento del Papa, Francisco, mostraban a una periodista desde el Vaticano que informaba sobre los pormenores de las honras fúnebres seguidas de un texto que rezaba: “Pobres, presos, transexuales y migrantes acompañarán al féretro antes del entierro”.
Este mensaje es el fiel ejemplo de lo que vengo exponiendo en estas mismas líneas, sobre la estigmatización que los medios de comunicación le venden a la opinión pública acerca de los llegados de afuera, salvo que sean ingleses, alemanes, daneses, noruegos, etcétera.
Este lenguaje en un medio público de un acontecimiento mundial como es la noticia de la muerte del sumo pontífice, es sin duda, la mejor propaganda que se aviven los brotes de xenofobia, seguidos del oportunismo político que victimizan a la inmigración solapados de discursos paternalistas que en lugar de sumar, dividen a una sociedad.
Los movimientos migratorios tienen sus ciclos con diferentes características, y no se puede negar que todas las personas que inician una nueva vida en otro país están expuestas a sortear todo tipo de dificultades para luego con el tiempo situarse dentro del contexto del estado de bienestar, que es el objetivo de la inmensa mayoría.
Todavía existe en el ambiente esos aíres de “pobrecitismo” cuando se pronuncia el verbo emigrar, y se ignorase a esas personas que cuando se arraigan y progresan entran a formar parte de la economía activa del país de acogida y desarrollo para la sociedad receptora.
No es por especular, pero en este momento, a comparación de 2001 que llegué a Mallorca, estaría aventurándome a dar una cifra aproximada de los negocios regentados por inmigrantes en Baleares, que generan un aporte millonario para la Seguridad Social y el fisco, sin contar los centenares que aportan bienestar con su trabajo en oficios o profesiones varias.
No suelo ilustrar esta columna de opinión con una foto, pero en definitiva no podemos pasar por alto el significado de este mensaje de una televisión pública que asocia inmigración con vulnerabilidad.
La inmigración no necesita ser vista bajo el prisma de la lastima, o que se le trate con contemplaciones, pues la gente que emigra lo hace con el ánimo de trabajar, y se han de acogerse a las ayudas en un principio o echar mano del paro por falta de trabajo, están en todo su derecho como el resto de ciudadanos, pero generalmente, después de superar los trances de un cambio de vida, suelen acoplarse al sistema que los acoge.
Es importante que los políticos que emplean el discurso proteccionista en la teoría, sepan que la gente necesita trabajar, y que Madrid tiene la última palabra para facilitar el proceso de regularización de miles de personas que llegan a otros países a trabajar y no a que le regalen las cosas.
Los atisbos de xenofobia y rechazo por lo de afuera surgen a partir de este tipo de mensajes que producen rechazo entre el común de la ciudadanía, “Ni tanto que queme al santo ni tanto que no lo alumbre.
