No es para menos dedicar estas líneas para hacer un especial agradecimiento a los negocios que apostaron por otra edición más de la XII edición de la Feria Hispanoamericana de Comercio que este año se festejó en Sa Riera del 5 al 8 de junio. La gente de empresa que estuvo lo hizo por los precedentes que tenía este evento en las pasadas once ediciones que se hicieron en la explanada del Parque de las Estaciones, aunque un cambio genera alteraciones de toda índole, es para resaltar la confianza de los negocios de la restauración ya consolidados en Palma y los que hasta ahora comienzan a hacerse conocer con sus productos y su marca corporativa.
Sin lugar a dudas, fue un desafío a toda regla comenzar un evento desde las 12am y mantenerlo con vida hasta las 24h. Casi 12 horas de maratonianas jornadas en las que negocios de gastronomía y líneas de servicios atendieron al público que llegaban masivamente al recinto palmesano.
Previamente, este periódico, organizador del evento en colaboración del Ayuntamiento de Palma hicieron una conferencia de prensa con varios de los empresarios participantes en esta muestra gastronómica y de servicios.
En la convocatoria hicimos hincapié en la importancia de trasladar a través de los medios tradicionales el aporte de estos inmigrantes, extranjeros o como se les quiera llamar, al buen andamiaje de la economía en esta comunidad autónoma.
No es ningún descubrimiento afirmar que a mayor volumen de inmigrantes, el riesgo de delincuencia puede aumentar. No ocurre solo en esta parte de España, sucede en todos los lugares del planeta cuando lo malo de cada país se puede filtrar en una sociedad receptora, pero también es noticioso el hecho de que en una comunidad proliferen franquicias de restaurantes que se van a expandiendo rápidamente, por citar el ejemplo más típico del sector de la restauración.
Esta tendencia genera emplea, bienestar y aporte para las arcas de la Seguridad Social y Hacienda, pero como lo comenté en la comparecencia ante los medios, casi nadie habla de esto. Incluso, fueron escasos los medios que reprodujeron estas afirmaciones, quizá si nos hubiéramos referido a atracos de personas de ciertas nacionalidades, el eco de la noticia hubiese sido inmediato.
En fin, acostumbrados a que se publique lo negativo con efecto mediático, pero comprobado es que este tipo de convocatorias poco calado tienen en los llamados medios genéricos. Afortunadamente estamos en la era de las redes sociales en las que estas noticias positivas se expanden como la pólvora.
No me equivoco al ratificar lo débil y casi muerto que se encuentra el tejido asociativo migrante, nada que ver con las más de 180 asociaciones registradas en 2003 cuando comenzamos este trasegar informativo, para dos años después ser testigos de la creación de la Conselleria de Inmigración y en la siguiente legislatura dar paso a la apertura de una dirección general de inmigración.
Puede ser que a estas alturas no se necesite una conselleria dirigida a la inmigración, pero si un órgano de control integrador que establezca pautas y conocedor al detalle de las características socio-culturales de quienes llegan a establecerse a las Islas, me parece desde la experiencia que el conocimiento es escaso, ya que se pasa por alto un asunto de extrema importancia en una sociedad isleña multicultural.
En las pasadas legislaturas, las direcciones de cooperación e inmigración pasaron a mejor vida, y en esta existe una dirección general de inmigración, que no propiamente se dedica a forjar puentes de integración con las pocas asociaciones que quedan o las entidades sociales locales que trabajan con los colectivos de afuera. Simplemente, según tenemos entendido, centra su trabajo con proyectos de cooperación con otros países.
En definitiva, si desde las administraciones autonómicas no se hace nada por la pedagogía y el fomento de campañas para acercar a los de afuera en temas trascendentales, que nos compete a todos, difícilmente se tendrá una perspectiva cercana y real de las comunidades residentes en las Islas.