Recuerdo aquellos años, exactamente por el 2005, estábamos recién lazándonos al ruedo periodístico con este Baleares Sin Fronteras que se fundaba en octubre del 2003.
Han llovido centenares de noticias de inmigración desde aquella época, y lógicamente, nuestras fuentes de información provenían de las asociaciones de inmigrantes, que dicho sea, proliferaban en el registro de asociaciones del Govern balear.
Era sorprendente ver la cantidad de asociaciones que organizaban actividades de diferente índole, pero aún resultaba preocupante la gran cantidad de personajes que se autoproclamaban líderes de las comunidades de sus respectivos países.
Difícil misión era creerles, muchos jugaban a ser el Robín Hood de la gente vulnerable, sin embargo, algunos mostraban sus verdaderas intenciones con tan solo una respuesta.
Perfectamente recuerdo como la moda en las administraciones públicas era las convocatorias de jugosas subvenciones para utilizarlas en fines sociales, como por ejemplo, en la cooperación al desarrollo en sus países de origen, no faltaba el que desaparecía con el dinero, o quienes nunca pudieron justificar obras sociales o fines benéficos para las causas que presentaban en sus proyectos.
Cómo no recapitular esos artículos que redacté o aquellas entrevistas a representantes de hasta diez asociaciones de un mismo país, que dicho sea, se peleaban por salir en la foto con los políticos.
Pero como todo en esta vida tiene un comienzo y un final, la mayoría de esas asociaciones no terminaron bien, y al final se fueron disolviendo a medida que la administración fue cerrando el grifo de las subvenciones, además de las investigaciones que la justicia en su momento abrió por irregularidades, especialmente por la presunta compra de votos algunos de esos líderes.
Muchas de esas asociaciones se esfumaron y ya las fotos escaseaban, pocas fueron las sobrevivientes y al final nos dimos cuenta de quién era quién.
Esas asociaciones, que se mantuvieron en el tiempo, demostraron su capacidad de acción social y trabajo bienintencionado por sus colectivos o la gente desfavorecida, simplemente las subvenciones y ayudas habían desaparecido, o el poco dinero que tocaba justificar a la administración no compensaba el esfuerzo de tantas horas de voluntariado a una causa social en común.
Con el paso del tiempo la mayoría no aguantaron y desaparecieron, a tenor de la crisis económica, sencillamente no había espacio para el voluntariado, nos enfrentábamos a la sociedad del sálvese quien pueda y con mayor motivo en la pandemia y después de la misma.
Atrás quedaron los espejismos de la solidaridad y hoy por hoy se mantienen algunas asociaciones que han demostrado a través de la autofinanciación lo que es trabajar por su gente.
El domingo 24 de agosto, en el Parc de la Mar, se dio una situación que profesionalmente me conmovió e impactó, como fue el abrazo en el que se fundieron la cantante residente en Palma, Adriana Santana, presidenta de la Asociación Uruguaya Música, Arte y Cultura con el nuevo Presidente de la Asociación República Oriental del Uruguay, Robert Duarte, quien estaba liderando la organización de los festejos de los doscientos años de Independencia de Uruguay.
Realmente fue un noble y cordial gesto de ambas partes, cada asociación puede tener su independencia y organizar sus actividades aparte, pero a la gente lo que verdaderamente le interesa es que las asociaciones trabajen para ellos, por objetivos comunes, como por ejemplo, la reapertura del Consulado de Uruguay en Palma, o temas de asesoría enfocados a lo cultural y social, concretamente a asuntos de extranjería que son la piedra en el zapato, hoy por hoy para la mayoría de colectivos inmigrantes.
Al ciudadano de a pie que emigra del mismo país poco le interesa quién lo hace mejor o peor, lo que le piden a sus asociaciones es que muestren resultados y acciones que ayuden al proceso de integración a la sociedad de acogida.
Enhorabuena a ambas asociaciones, nada que ver con la mayoría de hace veinte años que iban a su bola por protagonismo e intereses particulares y desaparecieron en masa, me quedo con la frase de Adriana en sus redes sociales, “trabajar unidos nos hace felices”.