Muchas fuerzas políticas poderosas e influyentes medios de comunicación pueden dar la impresión de que los países ricos, especialmente en Occidente, hacen lo suficiente para ayudar a quienes huyen de la guerra y la persecución. Pero la realidad es muy distinta.
La comunidad internacional, y en particular los países ricos, no comparten realmente la responsabilidad de proteger a las personas que han huido de sus hogares en busca de seguridad. En otras palabras, no han logrado acordar y apoyar un sistema justo y previsible para proteger a las personas que se ven obligadas a dejar todo atrás por la violencia y la persecución. En cambio, los países de ingresos bajos y medios están haciendo más de lo que les corresponde: el 84 % de las personas refugiadas del mundo viven en países en desarrollo.
Personas refugiadas en todo el mundo: datos y cifras
22,5 millones de personas refugiadas
1,2 millones de personas refugiadas necesitan reasentamiento inmediato
84% de la población refugiada está acogida en países en desarrollo
En la primera mitad de 2017, más de 1,3 millones de personas tuvieron que huir de sus países de origen por conflictos y persecución. La mayoría huyó de los combates en Siria, Afganistán y Sudán del Sur. Como consecuencia, la población refugiada de Sudán del Sur aumentó un 37%.
Muchos de los países más ricos continúan dando prioridad a políticas disuasorias para que evitar que la gente solicite asilo y buscan modos de evitar la llegada de personas por completo. Al mismo tiempo, hacen recaer en otros países de la zona la responsabilidad de proteger a las personas que huyen para salvar la vida. Estas políticas restrictivas y cortas de miras obligan a mujeres, hombres, niñas y niños a emprender peligrosos viajes por tierra y por mar que ponen sus vidas en peligro y propician un negocio lucrativo para contrabandistas y traficantes de seres humanos.
Más de un millón de personas refugiadas que corren un riesgo específico de sufrir violencia, tienen necesidades médicas especiales o son particularmente vulnerables por otros motivos, necesitan urgentemente ser reasentadas de forma permanente en un país en el que puedan rehacer sus vidas. Y, sin embargo, los países ricos redujeron de forma importante las plazas de reasentamiento que ofrecían de 2016 a 2017. Así, sólo 31 países ayudaban de esta forma a las personas refugiadas a mediados de 2017, en comparación con los 37 países del año anterior.
Los países más ricos no están haciendo lo suficiente para compartir el coste de proteger a las personas que lo han dejado todo atrás. La financiación de los llamamientos para prestar asistencia humanitaria a las personas refugiadas es sistemáticamente –y a menudo gravemente– insuficiente.
En pocas palabras, el mundo necesita urgentemente un nuevo plan global basado en una verdadera cooperación internacional y en un reparto justo y significativo de la responsabilidad.
La campaña global de Amnistía Internacional Yo Acojo presiona para que los países adopten un sistema global y más justo para proteger a la población refugiada y a otras personas necesitadas de protección internacional