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jueves, marzo 28, 2024
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    Lázaro Lúcio: “La falta de voluntad política para organizar los retrasos de las oficinas de extranjería hace que inmigrantes sin papeles no se puedan regularizar”

    A.L.G. hace más de un año se le denegó su residencia por arraigo, él lleva más de cuatro en España, carece de antecedentes penales en su país de origen, aportó una oferta de trabajo con un contrato de 40 horas de carácter indefinido. No obstante, la oficina de extranjería de Palma tardó ocho meses para contestar que necesitaba la misma documentación que se presentó en su momento, pero el problema fue que tras este largo tiempo de espera la empresa ofertante optó por contratar a otra persona.

    Los papeles los presentó a finales de 2021 y al concluir el verano le contestó extranjería cuando ya era tarde. Para más inri le volvían a pedir los papeles de solvencia económica de la empresa contratante, que ya se habían aportado anteriormente, por lo que estas exigencias se hacen tediosas e insoportables para las empresas que al final prefieren contratar personal con papeles en regla.

    El abogado brasileño que lleva el caso, Lázaro Lúcio atribuye la lentitud de extranjería a la falta de personal y a los problemas que el mismo Estado debe resolver, pero no lo hace. La Ley establece un plazo de contestación máximo de tres meses o se entiende como desestimado, afirma.

    El empresario le decía a A.L.G. que no podía esperar. La temporada se terminaba, y por consiguiente se vio en la obligación de contratar a otra persona. “Mi cliente vuelve a estar sin documentación y ahora buscando a alguien que le ofrezca un trabajo y le haga una oferta de empleo, no es justo”, comenta indignado el letrado.

    El joven africano interrumpe y dice: “Estoy desesperado buscando a alguien que me vuelva a hacer un contrato de trabajo, no es culpa mía. En este momento no tengo quien me pueda dar un empleo para regularizar mi situación”, afirma con los ojos llorosos.

    Y es que el empresario mallorquín, propietario de un restaurante a quien conoce hace dos años le iba a dar trabajo, y de paso lo iba a regularizar, pero por motivos ajenos a la empresa y al trabajador, las cosas no se dieron y al africano se le esfuma la esperanza de tener por fin sus papeles en regla.

    El letrado brasileño manifiesta que llamó al empresario, pero a él le corría prisa, le dijo que ya había contratado a alguien y en ese momento no era posible. “Finalmente, este chico sigue a la deriva”.

    Lo mínimo que puede hacer extranjería, agrega, “es emitir una resolución favorable y en el caso de que el empresario claudique con la oferta de trabajo, darle un plazo de treinta días para conseguir otra oferta, pero ni siquiera le dieron esa opción”.

    Los papeles que se deben presentar para el arraigo social son los antecedentes del país de origen, el empadronamiento, un informe de arraigo que demuestre que está integrado a la sociedad de acogida y fotocopia del pasaporte.

    Para el letrado brasileño el problema no se le puede achacar a los funcionarios de extranjería: “Debemos hablar claro, es simplemente una falta de voluntad política para arreglar este problema que cada día suma más personas en estado de indefensión por negligencia de la administración”.

    Lázaro dice que la ineficacia de la administración repercute directamente en las arcas públicas y colapsa los servicios sociales de los ayuntamientos.

    “Y es que si mi cliente hubiera obtenido sus papeles estaría cotizando a la Seguridad Social y aportando al fisco. Los políticos saben esta situación pero no ponen los recursos humanos para que las cosas funcionen bien”.

    El caso de este joven africano es una muestra de la cantidad de clientes de Lucio que están padeciendo esta situación. “La mitad de las personas que llegan a mi despacho están atravesando el mismo problema. Tienen una oferta de trabajo pero los retrasos de extranjería les impide regularizarse”.

    Otro de los problemas es que no todas las personas pueden interponer un contencioso administrativo por falta de recursos. “Es el caso de dos clientes míos a los que esta semana se les dio una resolución favorable”, afirma, para advertir que infortunadamente “no todos disponen de dinero para interponerlos”.

    Mientras tanto, A.L.G. vive de la ayuda de los amigos, e incluso, los familiares desde Senegal le están enviando dinero para que sobreviva.

    “Estoy en este país solo, sin ningún familiar, pero no pierdo la esperanza de que alguien me vuelva a hacer una oferta de trabajo, ojalá que extranjería conteste en los plazos de ley para que a no me vuelva a ocurrir esto, y tampoco a las demás personas que están en mi misma situación”.

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