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miércoles, diciembre 11, 2024
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    Editorial 316: Declive periodístico

    El próximo 27 de mayo son las elecciones para Presidente y Vicepresidente en Colombia. Y no deja de llamar la atención la forma en que algunos autoproclamados adalides de la comunicación en las redes sociales hacen campañas en favor del candidato de su simpatía política o conveniencia personal. Obviamente no faltan quienes desde que amanece culpan de lo que pasa en el mundo al aspirante que no es de sus afectos.

    Estos días leyendo el contenido de las publicaciones que aparecen en mí muro no me cabe la menor duda de que el sentido de la objetividad, imparcialidad y ecuanimidad van en contrasentido de la ética profesional. Algunos dirán que no es de ahora, quizá sea cierto, pero con el fenómeno de las redes es más fácil saber quién es quién y cómo es que la información es manipulada y tergirversada por estos profesionales que van en contracorriente de informaciones veraces y constrastables.

    La mejor manera de comprobar los alcances, la pasión, el desenfreno absoluto por atacar o defender una idea, se plasma en las épocas de campañas electorales. Ciertamente en las redes sociales no encuentro grandes diferencias entre algunos periodistas, que por su formación están llamados a ser voceros de conciliación con los ciudadanos de a pie que se dedican a agredir, ofender e insultar a quienes estén en contra de su ideario político. Es complejo admitirlo, pero el grosero léxico, las irrespetuosas formas y las imposiciones de un forista cualquiera no se diferencian en casi nada a las de algunos comunicadores que se ponen a su altura en el momento de abordar un tema de debate. No pretendo generalizar, pues existen valiosos profesionales a los que da gusto leerlos en una red social o en artículo de periódico.

    Posiblemente sea un nostálgico de las antiguas generaciones, época en la que nos enseñaban que el periodismo era un oficio y profesión que requería un enorme sentido de responsabilidad a la hora de informar. En aquel entonces estábamos lejos de imaginarnos los avances del mundo de la comunicación y los alcances que hoy en día la tecnología nos ofrece.

    Cataluña


    En España están a la orden del día varios temas candentes, entre ellos el debate de Cataluña, a partir de ahí algunos responsables y colaboradores de ciertos medios de comunicación incitan al odio con lenguaje provocador e irresponsable. Es cierto que lo que ocurre no deja indiferente a nadie, pero en medio de la zozobra quien está al frente de un micrófono o tiene el privilegio de derrochar tintas de opinión en medios reconocidos son los llamados a guardar las formas y a ganarse el respeto de la audiencia.
    El respeto no se gana con palabras soeces en contra de los pro independentistas o españolistas, el verdadero valor de esta profesión se gana confrontando las fuentes para que la opinión pública haga una valoración de los mensajes.

    Obviamente en esta profesión tienen que surgir los líderes de opinión informativa de la derecha o la izquierda, en todas las sociedades se da esta tendencia. Sin embargo, hoy por hoy es más fácil encontrar editorialistas que informadores, abundan más los reyes de la información que los peones encargados de elaborar una buena noticia.

    Ayer antes de cerrar esta edición me encontraba en Twitter un dantesco pronunciamiento de Jair Domínguez de TV3 de Cataluña en el que textualmente decía que la república no se construía con lazos amarillos y manifiestos, sino con sangre y fuego. Y se podrían citar otros ejemplos de medios que repelían el ataque de Domínguez. En definitiva, guerra de opiniones con ráfagas de mensajes peligrosos que destruyen la esencia social del oficio del periodista.

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