stá catalogado como uno de los países localizados en el centro- oriente de África con una pobreza extrema. Uganda, según, Transparencia Internacional, ocupa un lugar estelar dentro de los más corruptos del mundo. La población infantil está abandonada, tal y como lo cuenta, Jessica Palacios, una catalana hasta hace algunos años afincada en Mallorca.
Hace dos años comenzó su travesía por el continente africano, la idea era ir a colaborar como voluntaria a Camerún. Al no recibir buenas recomendaciones decidió cambiar la hoja de ruta a Kampala, la capital ugandesa.
El año pasado mientras que la mujer española junto con otra amiga realizaba talleres de reciclaje creativo dirigido a niños y mujeres, conoció a Lucky, 34 años que ha salido a flote de los avatares de la injusticia social en ese país.
Ambos se enamoraron y se casaron por lo católico en mayo de este año. Desde que se conocieron se propusieron salvar de las garras de la prostitución, las drogas y el tráfico de órganos a cientos de niños. En esa línea, crearon la ONG Life Mu Ghetto a la que destinan la mayor parte de su tiempo.
La denominación de la entidad sin ánimo de lucro proviene de un tema compuesto por Lucky, que cantaba en las iglesias. El africano recuerda el maltrato de su padre al que fue sometido durante su niñez. Abandonó su casa y comenzó a recorrer las calles de Kampala, ganándose la vida limpiando restaurantes.
Después de superar inconvenientes burocráticos en la Embajada francesa que le denegaba sin justificación el visado Schengen a Lucky, añadiendo el desprecio dispensado, lograron arreglar los papeles para viajar a España. La pareja ha estado unos días en Mallorca con el fin de solicitar ayudas y recolectar ropa, juguetes y material para llevar a los niños del gueto de Kisenyi.
Actualmente tienen una pequeña casa donde alojan a siete niños que han logrado sacar de la calle.
“Me duele lo que veo, y es que con el fin de atraer turismo y mostrar lo bueno, no tienen ningún miramiento. A los niños se los llevan a un centro de internamiento que equivalen a cárceles. Para los gobernantes muchas veces los niños suponen un problema, increíble de asimilar, pero así es”, dice afligida Jessica, que junto a su pareja estuvo en la redacción de Baleares Sin Fronteras.
Por esta época los niños de Uganda, al igual que otros países africanos, no les preocupan tener el último modelo de IPAD, o la última versión de los modernos juegos en la era de la tecnología. Como dice Jessica, necesitan un sistema educativo que los ayude a formar, es precaria la educación en Uganda.
Les bastaría con tener las medicinas básicas para cuando enfermen, pero están en la absoluta indefensión, y lo peor, expuestos a caer en manos de mafias de trata de mujeres o de quienes trafican con órganos
Una muñeca o un balón de fútbol bastarían para devolverles la sonrisa a estos miles de niños ugandeses, que como cuenta Jessica, viven en su propio mundo, para miles al otro lado del continente la época navideña simplemente no existe.
Jessica y Lucky regresarán el próximo año a Uganda a seguir en la lucha diaria de aportar su parte solidaria a los niños de ese país.