No fue fácil pasar de ser un asesor financiero en Ecuador a repartir publicidad por las calles de Madrid para luego a convertirse en un cuidador de personas mayores en Mallorca. La crisis económica de su país de origen le obligó a buscar unas mejores oportunidades de vida en Europa.
Para Wilson Lema, no obstante, las metas no han resultado imposibles por su mismo convencimiento de que cuando las cosas se hacen bien no debe existir ningún impedimento para lograr los objetivos.
Del 7 de febrero de 2000 a mitad de año del 2002 transcurrieron dos años y medio para poder legalizar su estatuto migratorio en España, gracias al régimen de interno logró conseguir la oferta de trabajo. Ese fue el primer paso que le fue abriendo las puertas para lo que él realmente se capacitó profesionalmente en la Universidad Central de Ecuador.
Luego de su experiencia de cuidar abuelos, Wilson probó suerte en la hostelería como recepcionista de un hotel en donde duró muy poco tiempo. No era lo que estaba buscando, por lo que continuó abriéndose camino inscribiéndose a cursos de catalán, inglés y de asesor de finanzas para no dejar de lado ni desactualizarse del mundo laboral al que realmente pertenecía.
Pese a tener su situación regularizada y encontrarse en mejores circunstancias de otros extranjeros abocados a la irregularidad administrativa, Wilson siempre fue exigente consigo mismo, y en esa línea se impuso una meta. Si no lograba encontrar un puesto de trabajo en el sector de las finanzas estaba decidido a regresar a Ecuador.
Y fue como a comienzos de 2004 “la Caixa” hizo una convocatoria de personal masiva de 500 aspirantes a diferentes cargos que se presentaron en la Universidad de les Illes Balears. El originario de Quito recuerda unas pruebas exigentes entre las que en un comienzo descartaron a 400 personas. Del centenar se redujo a treinta y finalmente a quince, entre los escogidos estaba Wilson Lema.
Estrenando un nuevo puesto de trabajo a Wilson le cambiaba completamente su perspectiva de presente y futuro en España. Recuerda que su primer cargo fue como gestor financiero, y además no olvida que también al comienzo hubo algunas dificultades que superar como por ejemplo, en su condición de extranjero ganarse la confianza y el aprecio de los clientes de la oficina, algo que hoy por hoy lo cuenta como una anécdota dada su vasta marcada trayectoria en estos quince años.
Relata que ha sido una carrera de lucha, perseverancia, dedicación y sacrificio. Se autodefine como alguien que no se resigna, y considera que siempre sus jefes han valorado el esfuerzo realizado, además de ganarse el aprecio de sus compañeros de trabajo.
Pero el gran paso que dio Wilson, fue hace pocos meses. Abrieron una convocatoria para nombrar el subdirector de la oficina de Palma de la calle Joan Crespí. El director de esa sucursal lo animó para que se presentará, a tenor de sus excelentes antecedentes laborales.
Wilson, comenta que le hacía ilusión escalar posiciones, no en vano se había presentado a concursos y ofertas dentro de la empresa, sin embargo, no lograba el tan anhelado ascenso. Pero el que la sigue la consigue, luego de superar las convocatorias era nombrado a comienzos de este año subdirector de la oficina Joan Crespí.
A sus 45 años, este padre de familia casado con una enfermera de Son Espases, también inmigrante –colombiana- y padre de Saray, 10 años y Felipe, 4 años, aconseja a la gente procedente de afuera nunca renunciar a sus sueños, los emplaza a vencer los miedos y paradigmas. Infortunadamente, observa personas que se ponen limitantes, permanecen estancadas y temerosas de desarrollar el enorme potencial de talento que exportan desde sus países de origen, “es cuestión de intentarlo, luchar por lo que se quiere y nunca perder la fe”, concluye.