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viernes, mayo 17, 2024
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    La ONG SOS Mamás alerta de un aumento de la precariedad en el último mes

    Por Ivis Acosta Ferrer

    En los últimos meses, las subidas de la cesta de la compra, los carburantes, el precio de la vivienda y el Euríbor han pegado un sablazo a los bolsillos de los españoles, muy especialmente de los residentes en Baleares donde este panorama no se ha podido aliviar ni siquiera con una temporada turística excepcional.

    Las señales de malestar no se han hecho esperar, especialmente en Palma de Mallorca donde las calles han comenzado a ostentar una decadencia inédita: personas con rostros enajenados deambulando como zombies, durmiendo en portales, parques, esperando afuera de los supermercados para recoger la comida que se tira al final del día en los contenedores, haciendo colas para rellenar sus garrafas de agua potable en las fuentes que los ayuntamientos han colocado a lo largo del municipio y en general dejando en el ambiente una sensación de preocupación sobre cómo será el invierno si las cosas continúan así.

    BSF ha querido salir a las calles para hablar con las asociaciones que brindan ayudas de alimentos y bienes de primera necesidad, con el objetivo de contrastar impresiones.

    Desde SOS Mamás su presidenta, María Ascensión Maestre Oliver, nos confirma que, en efecto “hay un aumento considerable de la pobreza que llama la atención. A inicios del verano, cuando las personas empezaban trabajos de temporada, notamos un bajón en los usuarios, pero ya en Agosto ha habido un aumento considerable de las familias que han venido pidiendo ayuda”.

    María Ascensión Maestre, presidenta de la Asociación SOS Mamás

    Actualmente SOS Mamás brinda servicio de recogida de alimentos y comedor a unas 3.400 personas, entre ellas mujeres víctimas de violencia de género, aunque su objeto social se ha extendido a todo tipo de personas en situación de vulnerabilidad. Desde la entidad nos comentan que a día de hoy cuentan con menos recursos, ya que la Comunidad Económica Europea ha recortado las ayudas y este año no les han enviado leche, aceite, ni papillas, lo cual ha repercutido a su vez en los lotes que preparan para las familias: antes del mes de Julio repartían a razón de unos 16 kilogramos por unidad familiar de cuatro miembros, actualmente han pasado a entregar entre 10 y 11. Siempre cada 21 días. Este cambio, aseguran, no es favorable.

    Además del banco de alimentos ubicado en Francisco Martí Mora, SOS Mamás cuenta un comedor familiar donde se pueden sentar también los niños para que las familias puedan comer todas juntas con un mínimo de dignidad.

    “Este comedor -comenta su presidenta-, es el primero de su tipo en todo el territorio nacional, y en él se reúnen las familias y celebran las fechas señaladas con la mayor naturalidad posible. SOS Mamá cuenta además con sedes en Calvià, Manacor y San Llorenç, esta última abre solo en invierno.

    Aunque sus usuarios suelen venir derivados de los servicios sociales, a decir de la presidenta, “si me viene una familia de fuera y servicios sociales les da cita para dentro de un mes y esta gente tiene hambre, nosotros les damos de comer hasta que se regularice su situación, para que por lo menos no tengan que ir a la esquina a atracar para dar de comer a sus hijos”.

    La paradoja del trabajador pobre

    Según los últimos datos del INE, en España hay un 20,4 % de población en riesgo de pobreza, y en Baleares el porcentaje es algo menor, un 16,9%, sin embargo, desde el Observatorio Social de las Islas Baleares, OSIB, advierten que pese a que los datos de pobreza son mejores que en la mayoría de CCAA, se da el fenómeno de que las Islas es de las comunidades donde más familias lo pasan mal para llegar a fin de mes, porque los trabajos son más precarios, los salarios más bajos y la vivienda y alimentación, más caros.

    Isabel Nadal, socióloga del OSIB ha participado en la elaboración del último “Informe de pobreza, desigualdad y riesgo de exclusión social de Baleares”.

    A propósito nos comenta que “en el tiempo que llevamos saliendo de la crisis anterior del 2008 ha nacido el fenómeno del trabajador pobre.

    Esto es un concepto del cual se habla mucho en sociología, porque a diferencia de épocas anteriores donde el mecanismo para salir de la pobreza era el empleo, pues el trabajo aportaba economía a las familias, se ha llegado a un momento en el que los trabajos entran en una rueda de precarización, sobre todo propiciada por las múltiples reformas laborales que se han sucedido desde 2011: contratos de muy corta duración, flexibilidad laboral total y subcontratas, un fenómeno que ahora está muy extendido. Si a esto le añadimos la temporalidad, y le sumamos factores como la subida del Euríbor, del IPC, de los alimentos, -antes con 30 euros se llenaba la cesta de la compra y ahora necesitas el triple-.

    Si yo tengo un trabajo precario con el que me mantengo una media de ocho meses al año, luego en los otros cuatro cobro el paro, tenemos como resultado una precarización acentuada”.

    En este “Informe de pobreza, desigualdad y riesgo de exclusión social de Baleares 2022” puede verse además que hay diferencias en cuanto a índices de pobreza entre la población que ha nacido en Baleares y la población que ha nacido fuera, y aún mayor entre la población comunitaria y la extracomunitaria.

    Según este informe, las poblaciones que concentran el mayor porcentaje de inmigrantes provenientes del norte de África y de Latinoamérica coinciden con aquellos donde se encuentra mayor pobreza relativa y estos se encuentran en Mallorca, siendo Manacor, Inca, Sa Pobla, Alcúdia y Felanitx, los municipios con mayor pobreza relativa, en contraste con Deià, Valldemossa, Escorca, Estellencs, Banyalbufar y Puigpunyent, donde se registran volúmenes mucho menores de pobreza relativa y en cambio hay un nivel de renta mucho más alto que la media de la población.

    De la encuesta de precariedad puede deducirse que desde 2022 la subida de precios ha hecho que gente que tenía un nivel de vida medio pase a integrar “las colas del hambre” y a tener que ser usuaria de los servicios sociales, sobre todo después de la pandemia.

    Así lo asegura también Xavier Pozo, responsable de comunicación de Cruz Roja de Baleares quien apunta que “si nos basamos en nuestros datos, vemos que esa precariedad sigue la tendencia del 2022, año en que notamos un repunte de un 64% de usuarios respecto a años anteriores, debido a la pandemia y también al incremento del coste de la vida provocado por la inflación, sin embargo hasta que no se sepan los datos del segundo semestre de 2023 no podremos decir desde Cruz Roja si se observa un incremento respecto a 2022.

    De momento no hubo en la primera mitad del año ninguna variación notable, estadísticamente hablando”.

    Según apuntan desde el OSIB la población de las islas se está organizando de otras maneras para hacer frente a la realidad, han comenzado a aparecer iniciativas de economía circular como el intercambio de bienes, el reciclaje y poco a poco comienza a notarse una mayor cohesión social como modo de encarar los nuevos retos vitales.

    Así han surgido iniciativas tales como ecoaldeas, asociaciones sin ánimo de lucro e iniciativas comunitarias. Al parecer el paradigma de usar y tirar está llegando a su fin.

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