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jueves, abril 25, 2024
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    Rick Elías sobrevivió a un accidente de avión y decidió contar su experiencia al mundo

    Hoy, como cada día no dejo de sorprenderme…
    Siempre me sorprende la fuerza de la vida por los eventos más simples que están en la complejidad de ella.
    Morir, esa es la ley, morir es personal, nadie muere en compañía, aunque lo parezca. “La muerte, no es un capricho, es la mejor de las maneras de abandonar un sueño…”
    Aunque creemos que esta vida es lo único que tenemos, no es así, pero pensar que lo es, es la forma de vivirla con intensidad.
    Con la tragedia en el avión que transportaba al equipo de fútbol Chapecoense en Medellín (Colombia) donde han muerto casi todos los tripulantes, recordé la historia de Rick un hombre que sobrevivió en el aterrizaje de emergencia al río Hudson.

    Rick cuando estaba en el avión a punto de que se realizara este aterrizaje de emergencia y pensando que iba a morir porque el avión estaba lleno de humo y no funcionaban los motores, se dio cuenta de tres cosas:

    Primero que todo puede cambiar en un instante. Pensó en todo lo que pudo hacer y no hizo. Desde ese momento aprendió que no hay que aplazar nada. “Cada minuto de la vida hay que disfrutarlo porque cada minuto puede ser el último”.

    La cantidad de tiempo que había perdido por su ego. Desde aquel momento no ha vuelto a discutir con su mujer. “Entre tener razón y ser feliz, eligió ser feliz”, decía.

    Morir no da miedo, es cómo si toda la vida estuviésemos preparándonos para ello pero te sientes muy triste porque amas la vida.

    Finalmente, Rick Elías a diferencia de muchos de los integrantes del equipo de fútbol Chapecoense, sobrevivió y decidió contar su vivencia al mundo y su reflexión final gira sobre esta idea: “todos estamos volando y no sabemos si el avión se va a estrellar esta noche”.

    Así que procuremos no morirnos más veces en esta vida por el camino. Recordemos que la única muerte que acaba en muerte es cuando no transformamos el dolor, no hay nada peor que el que se va muriendo antes de morirse del todo. Para evitarlo, te regalo un método infalible que consiste en vivir el día a día con intensidad agregando dosis de felicidad para saber que estamos vivos.

    Me sorprende el pensamiento, cómo es de voraz, cómo es de vivo. Me sorprende la valentía de los que luchan día a día por respirar el día sin tocar la noche que habita en la ilusión.

    El tiempo transcurre casi impalpable, como cuando uno transita por un desierto donde pierdes la noción del tiempo y los eventos porque no hay paisaje.

    ¿Qué otro sentido podría tener la vida, si no es el que quiera ser descubierta por el alma de los que en un sueño profundo la vivimos?

    Creo que llega un momento en la vida en que se debe decir basta a todo lo que te amarra, a todo aquello que te causa dolor, a todo pensamiento de inferioridad y a todo que es perjudicial para tu vida a todo lo que distrae tu mente de la libertad de ser verdaderamente en los pequeños instantes en que aparece la felicidad.

    Qué tal si hoy decides que será un buen y hermoso día para un principio del basta, sufrir por lo que no puedo cambiar.
    Y tratar con toda el alma de ser feliz, sentir el aire en la cara, poner la música que te gusta y deslizarte por el tobogán de cada una de las notas que se arrancan de la radio. La música, la risa y el amor ejerce los estados que nada, ni nadie igualan, por su vibración.

    Seguir día a día hasta que no haya más, simplemente por tener dos piernas para correr, dos ojos para maravillarte y la palabra para que hable el alma.

    Creo que es un buen momento para que la felicidad cubra tu piel con un manto de alegría. Es una fiesta caminar por la vida entre sus yagas, sortear dolores.

    Estar vivo, mirar el horizonte por las tardes, decir a los que amas palabras con sabor a almíbar. Llorar cuando se tiene pena, reír a carcajadas cuando estés feliz, acariciar a tus perros, caminar descalzos por la tierra, plantar nuevas flores en cada rincón de las tristezas.

    Hoy vivimos una fiesta de las tantas pequeñas celebraciones, sólo porque es un día más para caminar por la vida. No vamos a vivir para siempre pero preguntemos una cosa, ¿Estamos siendo las mejores personas y dando lo mejor de sí mismos para dejar una huella que perdure en el recuerdo de quienes nos conocieron y amaron.

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