Wendy Rogama dice que ser maestra le aporta el reconocimiento de su comunidad, mientras que Nelson Aguilar reconoce que estas iniciativas refuerza la enseñanza en pedagógica
Una profesora de la escuela San Rafael, hasta ahora hermanada con el CC Pío XII de Palma, cuenta su experiencia docente y como el hermanamiento ha contribuido al desarrollo de la comunidad.
Wendy Isaura Rogama García tiene 34 años y es maestra de la escuela San Rafael, ubicada en la comunidad El Tamarindo. Aunque el centro educativo forma parte del municipio de Telpaneca, geográficamente es más cercano a Palacagüina, el municipio vecino, de donde es Wendy.
Cada día recorre 16 kilómetros desde su casa hasta la escuela, lo que supone un buen rato, ya que los caminos no están del todo acondicionados. El camino hacia la escuela en Nicaragua no es fácil para nadie, pero la motivación de Wendy para formar nuevas generaciones puede con todo.
Hace dos años que Wendy se dedica a la docencia. Según explica, “anteriormente me dedicaba a otra cosa. Pero sentí la vocación de enseñar, para orientar a los niños de la comunidad a aprender y conocer nuevos mundos y experimentar nuevas ideas”.
Y es que ser maestra también es una forma de hacer comunidad. “A Palacagüina, donde yo vivo, contamos con los servicios básicos como luz, agua, teléfono e Internet y estamos todos bien organizados. Hay diferentes áreas de trabajo como comercio, bisutería o agricultura. Pero a mí ser maestra me aporta un gran reconocimiento personal por parte de los alumnos y padres de familia “, puntualiza Wendy.
La escuela San Rafael, de El Tamarindo, ha sido hermanada con el col • legi Pío XII, de Palma, durante los últimos cinco años. Aunque Wendy sólo ha compartido dos, valora positivamente el hermanamiento.
“La escuela El Tamarindo es un centro multigrado. Mi aula está formada por 15 estudiantes de quinto y sexto de primaria. Considero que el hermanamiento es un factor muy gratificante para su aprendizaje, ya que permite realizar clases creativas e integradoras. Al mismo tiempo, es una manera de implicar a la comunidad para que las familias también participen en las actividades y comparten la responsabilidad de educar a sus hijos con el profesorado.
Por otra parte, en muchas comunidades, añade que “la escuela sirve como centro cívico, donde se celebran reuniones de vecinos u otras actividades. Por lo tanto, todas las mejoras que gracias al hermanamiento se han podido hacer en el centro, han sido muy positivas para todos “, concluye Wendy.
Nelson Aguilar Aguirre tiene 47 años y es uno de los maestros del Instituto de Monseñor Ernesto Gutiérrez Carrión de Telpaneca, hermanado desde 2007 con el Instituto Berenguer d’Anoia, de Inca
Pregunta: ¿Cuáles son las principales características de la comunidad donde vive?
Telpaneca está ubicado en el departamento de Madriz, a unos 220 kilómetros al norte de la capital de Nicaragua, Managua. Es un pueblo de unos 22.000 habitantes que en su mayoría se dedica a la agricultura y ganadería. El municipio dispone de servicios básicos elementales como agua potable, energía eléctrica, servicios de salud, educación y telefonía e Internet.
Pregunta: ¿Porque decidió dedicarse a la docencia?
-Me dedico a la educación desde 1996, hace ya 21 años. Y siendo la misma pasión por la docencia que el primer día. Me gusta aportar mi granito de arena al crecimiento personal de los estudiantes.
Pregunta: Trabaja en el Instituto Monseñor Ernesto Gutiérrez Carrión. ¿Cuál es su especialidad?
Imparto clases en las áreas de lengua y literaturas, la asignatura “aprender, emprender y prosperar” y también filosofía. En total tengo 52 alumnos.
Pregunta: Hace más de una década que el instituto donde trabaja comparte hermanamiento con el IES de Inca Bereguer d’ Anoia ¿Cómo ha contribuido el hermanamiento a la tarea de docente?
El hermanamiento ha ofrecido herramientas que han contribuido al desarrollo de los docentes, ya que gracias a esto hemos recibido cursos de formación de los que no hubiéramos podido disponer en otras condiciones. Estamos agradecidos.
