Por Juan Pablo Blanco A
No toda la gente del mundo empresarial puede presumir que la crisis económica del coronavirus poco le ha afectado, sin embargo, el palmesano, Ángel Cortés trasmite toda su solidaridad con el sector de la restauración y hostelería que se ha visto seriamente afectado por la pandemia, algunos no han abierto este verano y otros han tirado la toalla a pesar del esfuerzo para sacar adelante sus negocios.
El Restaurante Bula abrió sus puertas hace seis años y Pastelería Ángel tiene una antigüedad de 17 años. Ambos, prósperos y reconocidos puntos de referencia localizados en la barriada de Son Dameto de Palma. “Afortunadamente estamos en un privilegiado sector y la crisis ha sido algo más benévola con nosotros”, afirma.
En su opinión será un invierno muy difícil, pero a la vez se aventura a pronosticar que en la primavera se retornará a la normalidad. “Me atrevería a decir que esto ha sido un parón de un año, aunque es cierto que habrá empresas que no podrán aguantar y se verán obligadas a cerrar o hacer drásticos cambios”.
Para destacar que las tradicionales ensaimadas de Pastelería Ángel han sido degustadas por celebridades, afamados deportistas de élite, políticos reconocidos, y para ponerle la guinda al pastel en varios veranos, la comitiva de la Casa Real hace encargos de este emblemático producto gastronómico mallorquín.
¿En Pastelería Ángel se encuentran las mejores ensaimadas de Mallorca?
Al responder la pregunta, el empresario saca a relucir su modestia sin ningún tipo de engreimiento. “Hago ensaimadas y para gustos colores. A nuestros clientes les encantan nuestros productos, supongo que habrá mejores. No me gusta competir, me encanta compartir”, manifiesta.
A pesar de ser un referente en la panadería y pastelería, Ángel Cortés no hace alarde del tipo de cliente que acude a sus negocios, aunque no desconoce los positivos comentarios que se hacen en la calle de su trabajo: “Viene bastante gente de la aristocracia y de la nobleza, pero damos el mismo servi-cio abnegado a todas las personas sin importar su estatus social”.
Ángel nos cuenta que comenzó a elaborar las ensaimadas desde muy temprana edad cuando tenía 8 años. Se trepaba en un taburete en el negocio de sus progenitores. Ya en el 2003 se lanzó a montar su propio negocio en el que combinaba el concepto de panadería, pastelería y cafetería. Dentro de un par de meses tiene previsto inaugurar otro negocio de la misma línea de productos por la misma zona de Son Dameto.
El cierre de los dos negocios durante el confinamiento, como es lógico, le afectó, pero tiene palabras de agradecimiento para su personal, a tenor de la capacidad profesional y humana para retomar la actividad el pasado mes de junio.
Desde el punto de vista empresarial le apuesta a los empleados organizados, eficaces y con buen carácter: “No nos fijamos en nacionalidades, ni en el aspecto físico, buscamos gente seria e involucrada en el negocio”, en ese sentido, reconoce que en sus dos negocios trabajan personas de varias nacionalidades con las que ha tenido excelente relación laboral y humana.
Como dato anecdótico, el confinamiento a Ángel Cortés lo tomó por sorpresa en Colombia junto con su pareja, originaria de ese país. “Me quedé confinado en uno de los mejores países del mundo. He ido un par de veces en donde la gente es maravillosa”, para agregar que “el peligro de Colombia es el riesgo de querer quedarse en ese espléndido lugar”.
Algo afligido y nostálgico se mostraba Ángel durante la entrevista por la reciente pérdida de su amigo Domingo Zapata, padre del pintor mallorquín, que lleva el mismo nombre. Orgulloso nos mostraba unos cuadros del artista residente en New York que guarda en su oficina. Le acababan de dar la triste noticia.
Sin embargo, pese a las adversidades, el optimismo sigue rondando por su mente y en cada palabra que pronuncia lanza mensajes de optimismo. “De esta pandemia saldremos rápido y todo volverá a la normalidad”, concluye.
