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jueves, marzo 28, 2024
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    La ex empleada de la oficina de OGC en Mallorca dialogó con Baleares Sin Fronteras

    Jessica León: “Era una simple empleada de una compañía establecida en la península, hasta para comprar un agua debíamos pedir permiso”

    Por Juan Pablo Blanco A
    La que hasta hace poco fue la encargada de OGC Paquetería en Mallorca, Jessica León, no encuentra explicaciones para que la empresa hubiese parado sus actividades y centenares de compatriotas suyos estén a la deriva con sus pertenencias que al día de hoy no pueden recuperar. “Comencé a trabajar en esta empresa hace un año y dos meses, las cosas iban muy bien, incluso con campañas masivas de publicidad en los medios de la Isla”.
    Agrega que el propietario de la empresa, Oscar Zuñiga no escatimaba en gastos de publicidad para dar a conocer su empresa. “Siempre se nos transmitió que eran líderes en envíos marítimos expandidos por todo Europa”. Aproximadamente, de acuerdo a la versión de Jessica, en Islas Baleares se enviaban dos contenedores mensuales equivalente a un volumen de entre 80 a 100 usuarios cada treinta días.
    Jessica reconoce que ellos recibían la instrucción de la empresa de cobrarle al cliente por kilos. No obstante, advierte que desconocían el tipo de contrato que tuvieran con la naviera encargada del transporte de la mercancía. “Ellos se encargaban de fijar los precios y de viajar a Mallorca cada mes a recibir las cajas, nunca tuve acceso al valor exacto de cada contenedor, lo único que le puedo decir es que el envío de cada kilo costaba 4,50€”
    La ex empleada afirma que la información sobre el número de contenedores a despachar a Ecuador y datos relevantes era únicamente procesada por el propietario que enviaba a trabajadores desde Madrid.
    Acerca de las anomalías, Jessica defiende que hasta el momento en que estuvo al frente de la oficina de Mallorca, no observó anomalías a nivel de entregas. La única irregularidad que comenzó a notar era en el retraso de las entregas de las mercancías. “La gente me reclamaba por la tardanza en llegar a Ecuador y eso me incomodaba porque se me salía de las manos”,
    Uno de los motivos por los cuales dejó el empleo fue el retraso en los salarios, le debían dos meses. Además, cuenta que uno de sus compañeros que trabajaba ocho horas descubrió que tan solo le estaban cotizando cuatro horas. Cuando le reclamó al jefe vía- Skype le respondió en una actitud soberbia que él no permitía que un empleado le dijera lo que tenía que hacer.
    El trato personal de Jessica con Oscar Zuñiga era distante. Las veces que ella iba a Madrid casi nunca estaba en la oficina, la persona que estaba al frente de las operaciones era la esposa. Sin embargo, existía un grupo de WhatsApp en el que daba las instrucciones y coordinaba todo el modo de operar de la compañía.
    Tras desilusionarse por la forma en que la empresa manejaba las relaciones con sus empleados y el retraso de la llegada de los contenedores a Ecuador, Jessica decidió dar un paso al costado. “Era una simple empleada de una compañía establecida en la península, hasta para comprar un agua debíamos pedir permiso”.
    A pesar de haberse desvinculado hace dos meses de la empresa, Jessica ha recibido muchas llamadas de personas afectadas. “Los invito a que denuncien y hagan valer sus derechos, creo que tarde o temprano llegará la justicia”.
    Como si fuera poco, ella se suma a la larga lista de afectados debido a que hace cinco meses envió una silla de ruedas a su progenitora y este es el momento en que no llega al lugar de destino. A propósito de gente perjudicada, Francisco Almache, siempre fue un cliente asiduo de OGC.
    Este ciudadano ecuatoriano, que junto a su esposa se han acogido al retorno voluntario, poco a poco comenzó a enviar sus pertenencias. Al comienzo, comenta, todo iba bien y no tenía ninguna queja e incluso les llegó a hacerles llegar cartas de felicitación por el servicio; todo se fue torciendo con el paso del tiempo, afirma que comenzaron los retrasos de hasta cinco meses y los problemas con robos. En un trayecto le sustrajeron alguna pertenecías, que luego fueron descontadas en el precio del pago de la factura por el envío, no obstante, describe que era una situación “anormal”.
    La gota que rebosó la copa fue el pasado fin de semana. “Antes del fin semana estaba con mucha prisa y no esperé a que me hicieran el recibo, ellos en ese momento también tenían mucho trabajo, les entregué 1.200 euros por enviar unos enseres que supuestamente ya tienen que estar en Ecuador. Cuando fui a reclamar mi recibo al siguiente día me encontré con la sorpresa de que estaba cerrado. Los vecinos me dijeron que no perdieran mi tiempo, pues la noche anterior habían desocupado la oficina, ahora no sé qué hacer, mi mujer está al borde de un ataque de nervios”. Desde que se había abierto OGC en Mallorca, este fiel cliente calcula haber gastado más de seis mil euros en envíos de enseres a Ecuador.

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