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martes, noviembre 5, 2024
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    Diálogos de paz en Colombia

    Xavier Giro: “Hay quién entiende que para que no haya impunidad debe haber castigo”

    Por Raissa Sánchez

    El pasado miércoles 17 de junio el Gobierno y las Farc, retomaron en la mesa de Habana, Cuba, el ciclo número 38 de los diálogos, a pesar de la creciente oleada de violencia terrorista y crímenes de guerra que ha abatido al país en los últimos días, por lo que el  proceso de paz ha perdido credibilidad y ha generado desconfianza en los colombianos.

    El doctor en periodismo y director del grupo de investigación de “Observatorio de la cobertura de conflictos” (OCC), Xavier Giro, concedió una entrevista en la que nos deja entrever  su posición frente al conflicto armado colombiano.

    BSF: ¿Cuál es ese equilibrio entre justicia y paz que evite la impunidad que tanto polarizó al país con propósitos electorales?

     

    Xavier Giro: La cuestión está en concebir que el objetivo de la justicia no es castigar, sino reconocer la responsabilidad de lo ocurrido, comprometerse a no repetirlo y, sobre todo, reparar los daños causados tanto como se pueda.

     

    BSF: “Paz con o sin impunidad”, ¿Qué tanto de justicia hay que sacrificar para lograr la paz?; son las paradojas a la que se enfrentan los colombianos, ¿Cómo consolidar un acuerdo de paz en medio de una ausencia de claridad con respecto a estos conceptos (impunidad-castigo)?

    X.G: Hay quién entiende que para que no haya impunidad debe haber castigo, pero este razonamiento no necesariamente debe ser así por lo que acabo de exponer.

    Habrá personas que seguirán pensando de ese modo, que el castigo -normalmente entendido como el cumplimiento de penas de cárcel- es necesario. Pero cada día hay más que se distancian de esa idea.

    Si pensamos en la lógica del castigo, entenderemos, primero, que nunca está justificado como venganza. En segundo lugar, que tiene sentido para evitar que se repita la acción que se condena y, en tercer lugar, para que el ‘castigado’ se rehabilite. Entonces, si hay acuerdo de paz, obligatoriamente eso comprende: por un lado, la comprensión que la violencia queda descartada –que es sinónimo de rehabilitación– y, en segundo lugar, que no se debe volver a ocurrir –que es sinónimo de compromiso de no repetición–, por lo tanto, el castigo deja de tener sentido.

     

     

    BSF: ¿Cómo unificar un discurso políticamente divido en torno a la participación política  de las FARC en el congreso?

     

    X.G: La paz no es la ausencia de conflictos, sino la ausencia de la violencia en la gestión de los conflictos. En esa gestión deben estar todos los actores implicados, no se puede construir la paz si se margina a uno de ellos y en el próximo futuro, uno de los foros donde se debe construir la paz es el congreso.

     

    BSF: ¿Cuáles considera podrían ser los nuevos referentes de significación colectiva que generen un sentido de paz más allá de la polarización (victima-victimarios-guerra-paz) en la que se encuentra el país actualmente?

     

    X.G: La sociedad necesita reconocer su diversidad de actores, de necesidades, de intereses, de visiones de los problemas que nos afectan. Necesitamos discutir de los problemas y de sus soluciones. Sin embargo, si hay violencia, no es posible discutir, negociar, buscar respuestas. Todo se resume en preservar la vida y para ello, se tiende a pensar que la solución está en la eliminación del otro. Llevamos años viviendo en una cultura de la violencia, no es fácil cambiar a una cultura de la paz y de los conflictos, aceptando que  son consubstanciales a la naturaleza humana, que hemos de asumirlos pero buscando salidas constructivas, justas y sin violencia. Eso no es nada fácil y, por lo tanto, probablemente nos equivocaremos, pero lo importante será que sepamos rectificar.

     

    BSF. La posición de las Farc con respecto a la urgencia de un cese bilateral del fuego, responde a  una intención de paz, ¿Por qué considera usted que el gobierno no acoge esta opción?

     

    Porque la comprensión que cada uno tiene del conflicto no cambia de la noche a la mañana. En ese, normalmente, lento proceso aparecen dudas y desconfianzas que necesitan ser superadas poco a poco, no con una sola medida sino con la acumulación de medidas que siembren certezas y confianza.  Pero además, el gobierno siente una considerable presión de aquellos que aún son partidarios de una supuesta victoria militar sobre la FARC o de su rendición y en la medida que el gobierno desea un amplio consenso sobre el resultado de las negociaciones, eso frena su declaración de cese al fuego. Una medida que hubiese contribuido a asentar certezas y elevar la confianza mutua.

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